Cada vez son más las empresas que se plantean su internacionalización como medida económica para hacer frente a la crisis del mercado español, ayudándose además de la creciente globalización apoyada en las nuevas tecnologías e internet.
La definición de internacionalización engloba un proceso por el que se define, emprende y desarrolla la participación de una empresa en el extranjero. Cabe destacar que a la hora de tomar la decisión de sacar la empresa fuera del ámbito nacional no siempre se busca la ampliación de la empresa, si no su mejora. Dicha mejora, implica necesariamente un estudio a fondo de su modelo de negocio, de las circunstancias políticas y culturales al igual que jurídicas del país de destino, además de los recursos, tanto humanos como económicos, que esto supondría.
En caso de tomar finalmente una decisión afirmativa, nuestro negocio se podrá internacionalizar mediante dos modalidades: la adopción de una forma permanente de la actividad en destino, o en su defecto, mediante diversas formas de contratos. Dada la extensión del segundo caso, en este artículo nos centraremos en la primera modalidad.
En primer lugar, podrá establecerse una filial, que será una nueva entidad mercantil autónoma e independiente de la matriz, aunque su capital social si provenga de otra empresa matriz quien será el propietario de la mayoría de acciones. La filial deberá regirse por las normas fiscales, contables y fiscales del país de destino.
En segundo lugar, la sucursal será una división administrativa de la empresa, que a diferencia de la anterior, no tendrá personalidad jurídica propia, por lo que estará sujeta a la empresa matriz. Aún así, se deberá llevar a cabo una contabilidad propia conforme a la legalización extranjera.
También se puede plantear la opción de crear una Sociedad Anónima Europea, aunque esta estará destinada a aquellas sociedades que operen en varios Estados miembros de la UE. Este sistema permitirá tener una administración y declaración única, además de reducir costes. El capital mínimo de constitución será de 120.000€ y necesitará de un acuerdo de implicación de trabajadores.
Por último, para los proyectos de gran envergadura, existe la posibilidad de generar consorcios, uniones de empresas y grupos de sociedad. Estas uniones pueden realizarse en régimen de subordinación, asumiendo una de las empresas el liderazgo de la misma, o por el contrario, unirse en un régimen de igualdad y cooperación.
Un ejemplo de este segundo caso serían las UTE (uniones temporales de empresas), cuya unión es llevada a cabo para la ejecución de servicios, obras y suministros. Para formalización de la misma se necesitará una escritura pública, que será inscrita en el Ministerio de Economía y Hacienda.
Dado que la internacionalización de una empresa es una tarea compleja, que ha de ser llevada a cabo por un equipo especializado, póngase en contacto con DAEMI ZABALZA & ASOCIADOS, quienes disponen tanto de abogados, como economistas especializados en la materia. Invertir en un estudio completo del mercado con una empresa especializada es el motor del éxito en el camino de la expansión en el mercado internacional.